¿Quién es este fantasma de niebla
que se ha colado a besos dentro de
tu vida,
que mira dentro de tu lejanía
para averiguar el color de tu pelo?
Entro por el aire cuando estás
cerrada
y tu quietud y tu ausencia me alimentan,
triturando los gusanos de mi
muerte,
haciendo volar las cenizas de mi
culpa
sólo con el silencio,
los jeroglíficos vivientes que
caminan por mi mente
definiendo la certeza matemática de
tu existencia.
Venimos de la misma antigüedad
y en este presente nos seguimos
encontrando
reunidos en una pirámide de
relaciones humanas,
encuentros, desencuentros y
palabras no dichas
convergiendo en el vértice hacia
nuestra comprensión
para establecer el contacto actual,
tras las luchas de dioses antiguos
como sentimientos,
protagonizando las leyendas eternas
de los pares,
las historias que siempre se
repiten entre dos,
entre los muchos que somos,
en los granos de arena de este
infinito desierto.
Mis arenas lloran por las pasadas
tormentas
y temen no ser dignas de la Hija
del Sol,
de sus desinteresados besos con
saliva de astro,
miel procedente de la sencillez y
de la conciencia.
Lejos del tiempo de comienzos
faraónicos de una persona,
en todos estos presentes metálicos,
tu voz es una rosa a través de la
línea telefónica de las lejanías
que transmite las lunas a los
comunicantes,
garganta naranja en un medio azul,
pero cuando me hablas me tocas.
Si llegamos a abrazarnos
lo hacemos como escarabajos
dorados,
inconscientemente ordenados
por los dioses que habitan en todos
nuestros miembros,
poros que vuelan reafirmándose en
los del otro,
cubriendo un viaje más lejano de lo
que parece,
el encuentro de las personas
donde reina el silencio
que nadie ha visto o no suele ver.
Acariciando tu vello primigenio
surge la espuma que calma este mar
de deseo.
En el cielo me miras desde todas
las estrellas
pero sólo aquella es la que anida
dentro de tu pecho,
coraza protectora de nuestros
planetas.
Idiomas muertos y aún por nacer
se despliegan en el papiro de tu
cuerpo
y juntos los leemos como reyes de
nosotros mismos.
Todo sucede aquí, ¿no te das
cuenta?,
en esta tierra y en este tiempo,
dondequiera que existamos...
Foto:
-Ilustración de Christopher Shy
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