martes, 17 de abril de 2018

La sangre del pétalo





































El tiempo se transforma,
el tiempo comienza a hablar
mientras nos deja a nosotros seguir fluyendo.
Dentro del agua intento nadar la vida,
sin sentir aún la asfixia.
Fantasmas con diferentes pieles a las de sus vivos
elaboran murmullos dispuestos a ser lanzados,
pero la propia piel es tela para un vestido de suave espera.
Si tengo pesadillas también sueño con el mar
que a veces sale entre los poros de hormigón
de tantos difíciles, buscados y provocados muros,
muros cuyos ladrillos acaban llorando,
sofocados por la presión de saberse juntos
y querer más que comprimirse comprenderse.
El sentimiento siempre se abre paso haciendo un agujero en el aire...

Sería tan difícil sentirlo, tan sólo llorando tus lágrimas,
nadando dentro de tu emoción sin importar su causa.
Un pétalo nunca muere mientras siga volando tras caerse,
flotando en la vida que lo continúa como un viento maestro
que le enseña con el movimiento de sus manos.
Así quiero que me enseñes y me mantengas en este aire,
sin importar su causa o a dónde vaya.
He visto pasar volando las rosas desprendidas de la tierra
y volando en caricias a mi alrededor
mientras corro por los campos de la vida,
viendo como se alejan llenando todo mi paisaje,
átomos de belleza perdida.
A veces cazo alguna
y resucita como sangre a partir del beso convencido de mis labios.
A veces entran en mi cuerpo para quedarse,
germinando en mi camposanto como crisantemos llenos de promesas
que, sin saber si se cumplirán, en mí se entierran para crecer,
aunque absorban mi vida.
¿Qué más puedo dar?


Foto:
-Ilustración de Travis Bedel (Bedelgeuse)