A veces mi mente se deja huir escondiéndome en la niebla
que a veces necesito para aislarme de los demás
y hacerme invisible,
reflexionando así sobre mi ser
en la oscuridad de ese blanco envolvente.
Ese aire puede darme angustia
pero hay siempre una refracción de guiños de arco iris
atravesando las paredes de mi manto de humo blanco,
viajando y acariciándome
entre la evolución de las volutas ingrávidas del aislamiento.
Una ceguera en la que también veo tuétanos
llenos de inseguridad fluyente,
cuerpos pegados a sí mismos,
anatomías estancadas.
Esta espiral contiene el mal y el bien,
el frío y el calor,
los componentes contradictorios de la atmósfera de la vida
que no puedo olvidar si quiero comprender mi supervivencia.
El guerrero volátil siempre debe estar alerta,
incluso para los climas y los vientos más adversos.
Son nuestros, míos y tuyos.
Tengo frío de no verte
y lágrimas de muerte de llorar la vida.
Escucho sentencias en el humo que existe entre las personas,
que separa y disipa nuestras emociones.
Esa niebla me ha marcado
y, aunque el sol a veces la retire,
no debo huir y olvidar que es parte del bosque.
Foto:
-Emily Scream, de David Lynch.