Estrella amarga,
estrella por siempre fugaz,
consciente de mi consumición
al ver caer a las otras estrellas
en un cielo de ángeles caídos,
formado por los que perdemos la
inocencia y el tiempo.
Yo derrito la porcelana que forma
tu cara,
al fin y al cabo otra estrella gris
imposible
que tampoco se encuentra mientras
cae.
Mi vuelo fugaz hacia abajo a veces
se condensa
formando la masa devoradora de un
agujero negro,
como una bola de alquitrán en el
interior de mi estómago
en la que se estancan todos mis
malos pensamientos,
creciendo y creciendo con mi miedo
a perderte,
absurda oscuridad si estás aún en
el mundo
y éste no te ha perdido,
absurda oscuridad si todos pasamos,
tan sólo una araña negra grumosa
que cree pegarse al mundo con su
viscosidad culpable
y con venas de odio centrípetamente
fluyente.
Es preferible despegarse de esa
babosa
que se arrastra por los
remordimientos
y sacarla del cuerpo en lágrimas
negras,
para seguir atravesando el cielo
hacia abajo,
como una caricia estelar al
firmamento.
Foto:
Prisoners of the sky de Jim Steranko