domingo, 23 de enero de 2022

Larvas en vaso

 

















 

El enigma vago de un vaso de cristal

que nos mira como un iceberg,

indiferente a lo que somos y a lo que puede darnos.

Una marabunta criogenizada en ataúdes de hielo,

la humanidad,

rechazada por su planeta ártico.

 

En las tapas de mi cuaderno brilla la escarcha

que surge de mi melancolía.

Cuando miro a cualquier parte mis ojos escriben

como hace tiempo las lágrimas en mi rostro.

La frialdad pretende también escribir ensayos de conducta,

imponerme su lógica mientras reflexiono

dentro de la nada autoimpuesta de estas paredes,

el oxígeno un compañero que quiero rarificar

para dar forma a mis ideas,

la fraternidad eterna de la energía contenida en el gas.

La fiebre ha pasado con su fugitiva condensación,

la única lucha interna que nos queda a los torturados de alma,

contrapunto al embotamiento de lo cotidiano.

La abstracción me provoca dolor

pero ya es imposible dejar de pensar.

Atractivos cubículos de hielo personales

que nublan nuestros hálitos de soledad y miedo,

ya no un derecho sino un aberrante deber

dictado desde la nada que siempre ha querido tragarnos.

No me obliga ese abismo

porque prefiero la parálisis a la caída,

la sabiduría del tedio y la política de la contradicción.

La risa de los locos procede de una saliva

que emite destellos dorados en la oscuridad.

No sabemos lo que somos

si no yo no huiría de vosotros,

cansado de no poder amar

que es lo mismo que amar demasiado,

binomio del sentimiento.

 

Caja en la que me muevo

levantada con vuestra madera organizada,

pero sus anillos internos,

robados e inconclusos,

no delatan al árbol del que proceden

y me enredan en vuestras ramas hambrientas,

sin rostro.

El cielo inclinado,

dividido en capas inciertas,

telones gaseosos hacia los que suben nuestras migajas,

en descomposición y deconstrucción,

quién sabe si para crear nuevas formas que nunca veremos.

Detrás del cuaderno,

el miserable que pretende huir de la mudez

extiende sus labios de tiza,

creyendo que los borrones que traza en las paredes de la realidad

pueden constituir un mensaje.

Es un pelele superfluo de temblorosa respiración,

dudosa y aterrada de estar viviendo,

un despojo lleno de letras

que se agolpan dentro de su cuerpo como alfileres,

llenas de dolor pero vacías de sentido.

Tozudo,

el hombre de paja sigue respirando

como una ofensa al mundo y a sí mismo.

Vivo,

asquerosa y obscenamente vivo,

siempre a pesar de todo.

Licencia Creative Commons
Larvas en vaso por Jose Ángel Conde 

se distribuye bajo una  

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Foto:

-Posición fetal de Ben Tolman