domingo, 22 de agosto de 2021

La Señora


 

Tu pelo en celo, insaciable,

pesadilla castaña que aun así sé que me ama,

las estrellas fugitivas como perlas de sudor

de un verano en el infierno,

o menos dramática,

en la simple oscuridad,

sin besos pero contigo,

con todas las que existís y que me componen,

tratando de que no se condensen en otro aire

que huya de mi memoria para siempre,

que no sea ya más mi alcance,

la angustia feliz de no poder conocer nunca

los límites de mi vida.

 

Amor la ecuación que quiero calcular

pero no resolver,

entre los pechos fríos de la noche,

mi serenidad,

mi aliento más allá de los cuerpos,

la Señora respirando en las respiraciones,

siempre a mi lado.

Batalla de cielos,

reconciliación de planetas,

matrimonio de órbitas

en la inseparable compañía de la vida y la muerte,

dos amantes tan fieles.

Pálida y oscura,

cuerpo de noche y día,

dos besos,

uno de entrada y otro de salida.

Vivir es pestañear en medio de la muerte

mientras tú sigues respirando.

 

Dientes en la arena de morder el mundo,

mariposas de piedra que se escapan.

Pesadillas,

insomnio puro,

tomo una gota de muerte destilada del dolor.

El polen de todas las flores me asfixiará

como un sudario esponjoso de vida,

para renovar así mi aire.

Camposanto de esperanza.

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La Señora por Jose Ángel Conde 
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Foto:

-Cthonic de Samuel Araya.