Habitación propia en las penínsulas
del hielo,
no dejando de sentir las fibras de
vidrio corriendo a través del mundo,
fibras que recubren las venas
siempre palpitantes de mi cristal,
tan denso como cristalino,
tan duro o frágil como mis latidos,
sin reflejos pero con forma propia
más allá de su aparente transparencia.
Ni piedras del tamaño de montañas
lo rompen
porque debajo de mí,
en las turbinas estremecidas de mi
ser.
se solidifica el aire que respiro
obrando la alquimia gaseosa de seguir
vivo.
Suspiros que hacen cristales,
cristales que respiran el mundo en
millones de dimensiones y prismas,
universo de frío y vivencias que
dan lugar a un solo calor:
la sonrisa de una estrella formada
por piel naranja
que a veces tiembla de amor.
El cielo se extiende suave y
tranquilo con el cuerpo de una mujer
y no se mueve más que en siglos,
tan sólo para mantener su belleza.
Corre mi vida con la caricia de las
nubes naranjas en su mano,
ofreciendo promesas intermitentes
del sol.
Poema publicado en la revista literaria "Letras anónimas", nº XIV:
Foto:
-Christina Ricci en un fotograma de la La familia Addams: la tradición continúa (Addams family values) (1993), de Barry Sonnenfeld