Dormía y florecía,
como siempre, aunque no lo sintamos,
como sangre por mis venas en un sueño,
tan real que estaba lleno de magia.
Era un núcleo,
un átomo de percepción,
alejado de todo en su vuelo estancado,
flotando sobre las paredes de las dimensiones
que normalmente me componen,
mota de polvo con sentido.
Puede que fuera un corpúsculo de la nada,
arrancado desde detrás del manto de la realidad
porque no había sitio en él
para dudas ni para certezas,
para dolor ni para placer,
el imperio de lo concreto
revelándose a mi ser errante.
Era un cuerpo,
el cuerpo de la mujer que siempre he deseado
pero que ya nunca más deseo,
abrazándose con el contoneo suave de sus caderas de eones
a la estructura pétrea de un gigante,
lo existente,
lo que todos somos.
No existe ya el deseo
porque estoy dentro de esa habitación esférico-metafísica
y su carne es concreta como la belleza,
su sexo una vagina que recoge todas las preguntas en su vientre,
que responde con oscuridad,
con el misterio de la existencia del amor
y sus labios húmedos son palabras de conocimiento.
Despierto,
pero ahora sé que no puedo perder lo que he soñado
mientras nade en el mar de la conciencia
y su aliento me hable.
NADIE by Jose Ángel Conde is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License
Foto:
-Tapis dans l'ombre de Valentin Betting.