Hay días en que las cuencas están
vacías de sus ojos
sin que se sepa cómo han salido,
dos agujeros monocordes
que no recogen nada que pase por
delante de ellos,
ni siquiera la propia oscuridad,
con lo que los miembros se hacen de
paja
pero pesan tanto porque no hay
ningún viento con interés en
moverlos.
Entonces hay que buscar como sea
conectarse a la vida,
enredando las manos ciegas
en todo tipo de cables y aparatos
morales,
baterías para la máquina
ahora a merced de ser encendida por
otros.
La paja se puede desmoronar y no
caer jamás al suelo,
riéndose del metal de la
obligación.
Ligero e inútil te rodeas
de un campo de girasoles gaseosos
que pronto se girarán hacia el
astro que tú quieras
si esperas lo suficiente,
al amanecer de la cura.
Foto:
-Klaustrofobia, de Talat Darvinoğlu
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deposita aquí parte de tu esencia