sábado, 30 de agosto de 2025

Urbanidad cadáver

 


 

Me escondo en el arte, automarginado, no estoy de oferta y me aparto, con el ceño fruncido, creando sin esperar nada. Mis propios pasos me resultan tan indiferentes que lo mismo me daría estar parado, dejar de intentar componer un gesto apropiado a lo social, cuando me dan los calambres de la costumbre.

Urbanidad cadáver, así me comporto viviendo debajo de todos. No encaja mi cuerpo, lleno de marcas y bultos como si mi esencia quisiera negarlo, desintegrarlo. A través del patio de mi aislamiento sensorial veo las pieles de mis vecinos colgadas, secándose para otra jornada más. No puedo quitarme la piel, así que me arranco el cerebro y lo observo, palpitando ajeno a mí, intentando comprenderlo, envuelto en la sangre que es lo único que lo hace real.

A través de mi realidad siempre se cuelan fisuras que no entiendo, que no pertenecen a una corriente interna debajo del canal, del oleoducto de la existencia que recorren los demás, un hipertexto de posibilidades que se ramifica angustiándome con su inercia hasta el infinito, por tener que vivir entre él y esto, los ángeles puntuando sus palabras como una sutura, el morse de lo imposible, el código de lo que no es dictado de la quimera, idioma de monstruos.

Porque no tenemos derecho a ser posibles, no somos buenos para nadie. Arregla tus cuentas con los que están vivos y vete. SOLO. Comiénzate de una vez, tumba el ocho del infinito, besa tu sinestesia y sal disparado hacia el éter del origen del tiempo, cuando no eras. Es cierto, soy un artista. Es cierto, estoy condenado.

Urbanidad cadáver © 2025 by Jose Ángel Conde Blanco is licensed under CC BY-SA 4.0 

 

Foto:

-Fotografía de Daikichi Amano 

 

 




domingo, 13 de julio de 2025

El cuerpo alfanumérico

 


 

 

Marketing del olvido, el bosque de envoltorios no deja ver los árboles que lo consumen y lo compran todos los días, individuos confundidos debajo del entramado de precios y cuentas corrientes, dígitos que gritan sin reconocerse, el ruido de fondo del nuevo desorden mundial. Los maniquíes desfilan desamamantados por sus apps, escondidos detrás de sus teléfonos móviles, un totalitarismo de poses y menudencias lanzando los inhibidores de frecuencia existencial de la vanidad y la moda, de su escondido miedo a la muerte en aras de la optimización y la efectividad, paseando sobre las ruinas de carisma que demolió la competitividad, encerrados en trayectorias criptorectilíneas, directamente paralelas a los edificios diseñados por los arquitectos de lo establecido, bajo un cielo de colorido gris tedio, mientras resbalo por el muro de la realidad, codo a codo contra el control, espalda de lo vivo.

Debajo de nuestra pretendida solidez sin emociones las cucarachas arden con el olor de la putrefacción, como en un enterrado responso, en un alarido encriptado de códigos hexadecimales y binarios, primigenios. Quisiera amarte, aunque no sé quién eres, pero no puedo acceder a tu carne cuando el resto del mundo me grita al unísono que me descargue en un alienado sucedáneo de kundalini, destello de pseudoliberación programada detrás de todos los escaparates y fetiches de plástico, o que forme una familia con permanente síndrome de abstinencia material, con sus destinos hipotecados a los dioses del humo de crédito, cuando sólo quiero amarte, y por ello me desgarro perdido y solitario entre los escombros de lo organizado. Mi vida sólo es mía cuando fluye sin sentido, alejada cada vez más de todo lo demás, con una inexistente clave de acceso, log in, log out, control z de lo posible.

El cuerpo alfanumérico vive dentro, junto a la descarga del código fuente que no ha solicitado, ideas, números, letras, torturando sus sentidos desde el agujero negro de la necesidad del sentimiento, el morse cibernético de lo eterno condenando su existencia. No pienso en mi amor porque ya no existe, tan sólo el arte de crearlo, mi golem virtual, pensando, creando, extendiéndose por todas partes para perpetuar la vida sobre el código máquina de la muerte, el hipertexto de la locura, una piel infinita que podría estar tejiendo durante todos los instantes de mi existencia infinitesimal sin necesidad de dormir, la belleza, la realidad, las Diosas Madres transmutadas en grafemas y cifras, sentido puro autónomo, cinética espontánea de la existencia lógica, estallando mi mente de información y creatividad.

 

El cuerpo alfanumérico © 2025 by Jose Ángel Conde Blanco is licensed under CC BY-SA 4.0 

 

Foto:

-Posthumano de Felipe Vasquez.

 

 

 

 

 

  

martes, 17 de junio de 2025

ADN suplente

 


Me levanto dos veces todos los días, como arrancado de un útero en un aborto sin permiso ni piedad: una a mí mismo, al dolor y la confusión de estar despierto; otra a los demás, al lanzamiento a la calle con la desesperación del que se siente vigilado por todos los ojos. El ocioso e improductivo “Chico A”, un genoma en su submundo infinitesimal que no interesa a nadie, que se agita perdido en su embrión inmaterial de opresión, colocado en ninguna o en cualquier parte de la cadena de montaje genética de la sociedad.

Fuego fatuo, muerto que brilla, tan sólo alumbrando unos centímetros de espacio solitario. Cualquier país o dimensión de escape siempre será mejor que aquellos donde ahora me sitúe. La teoría de cuerdas estremece en mi silencio tan sólo a mis oídos, pero los átomos no escuchan preguntas. Todo está en su lugar, siempre que esté en el exterior. Soy un ser dividido, medio cuerpo fuera y medio cuerpo dentro de un espacio indefinido, ni nacido ni muerto, sino desesperadamente vivo, mientras todo el mundo huye a organizar sus vidas, el orden que no explica mi tristeza congénita, hija de un padre que ni siquiera sé si existe. Tratando siempre de ser yo, aun sabiendo que ese cuerpo no es mío. Si nada tiene explicación acaricio las piernas de miel de un croissant, antesala hacia la jornada diaria regida por el tiempo infinito en que se hace o hay que hacer algo. Quiero ganar mi salario sin haber trabajado porque sé que ese cero ya es mío antes de conseguirlo; tal vez seré libre cuando lo pierda, tesela de carne y costumbre, argolla y yugo de sentido, pan nuestro de cada grilla.

ADN suplente © 2025 by Jose Ángel Conde Blanco is licensed under CC BY-SA 4.0 

 

 

Foto:

-Cluster of heads, de Erik Ferguson