miércoles, 12 de mayo de 2010

Un dia en la vida de...



Todas tienen el coño rizado y son suaves. Si quieres casarte conmigo muérdeme el labio inferior y guárdatelo en tu estómago; yo haré lo mismo con tu labio superior. Te voy a contar lo que hice ayer.













1





Huele la delgada línea de la muerte en ese río de orina que fluye por las hendiduras que separan los baldosines de las aceras. El sueño tengo que sacarlo de dentro de mi cerebro como si fuera un abrigo reversible. A veces cuesta tanto escribir, volver a la vida después de la muerte, pero siempre acabo haciéndolo. He resucitado tantas veces... Y cada vez siempre hay miedo, como si el miedo fuera la llave que abriera el gran fogonazo, el inmenso dolor, y, luego, no se sabe qué... Te sientes inútil, pesado, torpe e inservible; por eso te mueres...
Pero luego vuelta a ser otra vez un trozo de granito inconcreto con extremidades y deseo, mucho deseo, deseo que se retroalimenta con el hastío que produce conseguir la banalidad que deseabas. Cada segundo es un éxodo por el desierto, una peregrinación por una aridez mental en la que no ves el sentido; sólo arena, vacío y agreste paisaje, interminable...

Y todo es una cara de lo mismo, la muerte es una extensión de la vida. Soy un tanque lleno de infinito reprimido, bebo más cerveza y el agujero de la jarra me abre un túnel que no comprendo pero quiero. No sé dónde estoy...
Ni sé si estoy...



2




















Vuelvo y la borrosidad me sacude, me hace andar a toda velocidad, atravesándola y aclarándola con mi devenir, hasta que llego al baño, me meto los dedos en el alma y vomito al contacto con la consciencia. (¿Por qué?¿Qué he perdido?).
De nuevo en la jungla de movimiento y ruido del local estoy solo, como siempre (esta vez incluso físicamente). Sigo excavando en el alcohol y de nuevo el dolor se hace un cirujano que no me deja saber, sólo intuir. Exploto, naufrago y me quemo en un infierno de bilis y lava. Ahí, en el ojo de la condena, no tengo ya más miedo; sólo dolor, muerte y vida... como siempre.
¿Por qué temer? Sufrir es respirar.
La música me dice que estoy solo y perdido, que todo es cierto, que depende del "punto de vida", que la muerte es una amante paciente y generosa, la más fascinante por desconocida. Así pues, lo que queda es esperar para luego cargar.





3

 














Ahora me duele la espalda, una cucharada de fuego en mi "médula vital", pero me aguanto y resisto, siempre resisto, aún con lágrimas de sangre, con el aliento apestando a hemoglobina, vivo y muerto, desnudo y debilitado, tambaleándome de un lado a otro mientras peino las calles grises. Ponedme una cruz a la espalda y puedo ser un cojonudo Cristo nihilista en busca de un cariñoso polvo. Esa es mi cruz: amar y vivir. Y yo lo amo todo. Por eso rujo una y otra vez. Soy un leon siniestro que no para de vomitar su ira y de brotar llagas de zombie poeta por todo mi cuerpo. Un tipo duro. Si sigo así me quedaré satisfecho y con las cuerdas vocales desgarradas. También puedo ser un gusano rojo que tropieza torpe entre la tierra.
Mientras la consciencia me da vueltas, me insulta y se pelea impotente, espero sentado en el portal del ágora-nada.





4
















La he visto de pasada, me ha mirado y estaba ahogando sus lágrimas en sueños de cannabis dulces como ella misma, sentada exactamente igual que yo, en la misma posición, en el mismo momento. Está amaneciendo, aunque la oscuridad todavía suelta algunas bofetadas, siempre tan cariñosa. La miro. Alguien intenta levantarme. "No te preocupes, puedo yo solo. Muchas gracias, tío". Sigo mirando.
YO LO SÉ.
No la conozco de nada. Está sola. Casi ni he visto su cara. Pero sé quién es. Está amaneciendo y quiero todo. La quiero. La amo. Estoy esperando a que crezcan mis alas de mariposa para ir a buscarte, extraña y oportuna flor. No puede ser más precioso: está amaneciendo, te amo y allá voy, volando, hacia ti.



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EN MEMORIA
DE
CHARLES BUKOWSKI
(1920-1994)







Fotos: 
1. Fotograma de "El borracho" ("Barfly") (1987), de Barbet Schroeder.
2. Charles Bukowski.
3. Fotograma de "Factotum" (2005), de Bent Hamer.
4. Fotograma de "Factotum" (2005), de Bent Hamer.
5. Charles Bukowski.















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