La llanura de mi existencia se extiende negra
abarcando el horizonte de mi presente,
las presuntas estrellas de mi esperanza
desgarradas por hienas de ansiedad detenida.
Esta noche amante tumbada sobre mi cuerpo
me vende a la muerte,
pero la vida es gratis
y me revuelco como un gusano perezoso
sobre sus instantes,
con una voluntad viscosa y morosa de objetivo,
utilizando su carne para descuartizarla
en trozos de basura que me disfracen del destino.
Babosa del tiempo,
tarántula de sueños,
supuro y tejo sensaciones y vivencias falsas
que dan forma a un aire artificial que respirar,
a una materia oscura que llene los espacios de mi vida,
el damero negro de mi ser enmarcándome
frente a un espejo en el que finjo ser yo
mientras los otros pasan amenazantes a mi espalda
como ráfagas de miedo que no paran de flagelarme.
Soy este ser que escribe más que vive,
creando así mi propia amante de niebla
que se deshace imposible cuando la toco,
sus ojos ciegos como pezones,
y me revuelco en su cuerpo hecho de miedos y culpas,
una piel que es saliva,
una rosa con los labios llenos de rocío negro,
el tacto frío del desprecio,
la belleza del anti-amor.
Eyaculación de sombra que sabe a liberación.
Quizás cuando me desangre de todos mis fantasmas
consiga abrir los ojos.
Fluyo en la inercia primigenia de la materia oscura,
sin llegar a comprender nada.
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