jueves, 26 de diciembre de 2019

Autopistas de soledad







































La ciudad es una autopista de soledad
y tú descubres que eres una mujer,
asustada y paralizada por la revelación,
la vida acariciándote con sus escalofríos,
mientras te encierras trémula en el baño de cualquier bar
para llorar cocaína.
No sé ni sabré qué puede decirse
porque no tengo ningún derecho a compadecerte,
yo que, como tú, puedo morir cualquier día,
tú y yo que nos matamos el uno al otro
y que sabemos que nada puede arreglarse,
viviendo en el dolor del espartanismo espiritual
con la venenosa y negra sangre de los románticos.
Los años y el rencor lo cubren todo de silencio
y ya tan sólo podemos hablar follando,
las arrugas y pliegues que forman nuestros cuerpos en la cama
como el lenguaje y las palabras más concretas,
cuando todo se pierde,
cuando no hay mentiras que construyan lo que no puede ser
y tan sólo el sudor nos acerca el uno al otro.

Son los episodios de la alienación,
nuestros encuentros en el mundo que nos ha tocado,
donde el movimiento se demuestra andando
para acabar alejándote de todos y de todo,
para encerrarnos cada uno en la habitación definitiva de nuestra soledad.
Sólo puedo decirte que creo que así es la vida,
y el perdón no sirve de nada ante ella,
aunque sólo pueda decirte eternamente que lo siento.
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Autopistas de soledad por Jose Ángel Conde se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.