-Vamos a ver... ¿qué tenemos aquí?
-El corazón partido.
-¿Y tú?
-Ganas de matarte.
-Se entiende.
Me encanta esa sonrisita tuya
y los gusanos de tus dientes.
Por eso taládrame la médula espinal
y que mis vértebras salten como
palomitas,
mezcladas en la nieve de sangre
que cae en noviembre.
Un cumpleaños de huesos podridos:
“-Acepta esta tibia en memoria
mía”.
Te quiero.
Por eso taládrame y muérdeme los
genitales.
Que baile la saliva en torno al
corazón,
haciendo ríos adiposos cuando lo
muerdas.
Ahora sé que te quiero.
Un montón de sangre lo confirma.
Foto:
-Los crímenes del corazón, de Remigio Fabris
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