jueves, 29 de mayo de 2014

Sin medicinas




















Siguen mis metamorfosis continuas
para volver a convertirme en lo mismo.
Cada árbol y cada adorno navideño
me recuerdan la muerte
y la mentira perpetua.
Así que necesito cambiarlos por llamas,
más vivas y más cambiantes
que esos iconos de cementerio.
Necesito pasarme,
todos lo necesitan cuando se visten
con lo que creen sus “heces”;
no son más que árboles
con las vísceras hacia fuera
como bolas de Navidad.

Escupo y vomito
allá donde paso:
azufre y rebelión,
fuego y saturación,
no dudo en mostrar mis pústulas.
Los trajes y las corbatas,
los empleos fijos y las formas
dejan paso a las tribus y los tatuajes,
poblando las calles de totems
que buscan llamar algo.
Pero la ilusión se acaba
cuando encuentran novio
o vomitan su libertad...
una vez más.
Luego a esperar una nueva ocasión
y a volver a negar esa fugaz plenitud,
porque está bien ver el abismo
pero no tanto tirarse a él.

Yo necesito pasarme
y vestirme de negro
para invocar la oscuridad,
como mis antepasados invocaban la caza
en las paredes de sus cavernas.
Por eso necesito saltar,
gritar,
odiar,
luchar,
follar,
drogarme
y agarrar todas las posibilidades
para hacerlas sangrar.
Pero también me apago
y luego resucito después del esfuerzo
para vagar como un zombie
entre los restos del cementerio,
donde los orcos carroñeros y los trolls con navaja
hacen presa de los muertos.

Oigo voces de ultratumba,
oigo desiertos de jadeos,
y el pensamiento es un chocolate de piedra
que no consigo comerme entero.
Así que me alimento del humo
de la civilización devastada
y del infierno,
que está en todas partes.





Extraído del poemario "Fiebres galantes", publicado por Shiboleth. Disponible en:



Foto:
-Material promocional del largometraje 28 semanas después (28 weeks later) (2007), de Juan Carlos Fresnadillo.



 








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