Siguen mis metamorfosis continuas
para volver a
convertirme en lo mismo.
Cada árbol y
cada adorno navideño
me recuerdan
la muerte
y la mentira
perpetua.
Así que
necesito cambiarlos por llamas,
más vivas y
más cambiantes
que esos
iconos de cementerio.
Necesito
pasarme,
todos lo
necesitan cuando se visten
con lo que
creen sus “heces”;
no son más que
árboles
con las
vísceras hacia fuera
como bolas de
Navidad.
Escupo y
vomito
allá donde
paso:
azufre y
rebelión,
fuego y
saturación,
no dudo en mostrar
mis pústulas.
Los trajes y
las corbatas,
los empleos
fijos y las formas
dejan paso a
las tribus y los tatuajes,
poblando las
calles de totems
que buscan
llamar algo.
Pero la
ilusión se acaba
cuando
encuentran novio
o vomitan su
libertad...
una vez más.
Luego a
esperar una nueva ocasión
y a volver a
negar esa fugaz plenitud,
porque está
bien ver el abismo
pero no tanto
tirarse a él.
Yo necesito
pasarme
y vestirme de
negro
para invocar
la oscuridad,
como mis
antepasados invocaban la caza
en las paredes
de sus cavernas.
Por eso
necesito saltar,
gritar,
odiar,
luchar,
follar,
drogarme
y agarrar
todas las posibilidades
para hacerlas
sangrar.
Pero también
me apago
y luego
resucito después del esfuerzo
para vagar
como un zombie
entre los
restos del cementerio,
donde los
orcos carroñeros y los trolls con navaja
hacen presa de
los muertos.
Oigo voces de
ultratumba,
oigo desiertos
de jadeos,
y el
pensamiento es un chocolate de piedra
que no consigo
comerme entero.
Así que me
alimento del humo
de la
civilización devastada
y del
infierno,
que está en
todas partes.
Extraído del poemario "Fiebres galantes", publicado por Shiboleth. Disponible en:
Foto:
-Material promocional del largometraje 28 semanas después (28 weeks later) (2007), de Juan Carlos Fresnadillo.
tragico
ResponderEliminary bello
es tu texto
Tan sólo sale lo que hay dentro. Muchas gracias
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