Tu pelo en celo, insaciable,
pesadilla castaña que aun así sé que me ama,
las estrellas fugitivas como perlas de sudor
de un verano en el infierno,
o menos dramática,
en la simple oscuridad,
sin besos pero contigo,
con todas las que existís y que me componen,
tratando de que no se condensen en otro aire
que huya de mi memoria para siempre,
que no sea ya más mi alcance,
la angustia feliz de no poder conocer nunca
los límites de mi vida.
Amor la ecuación que quiero calcular
pero no resolver,
entre los pechos fríos de la noche,
mi serenidad,
mi aliento más allá de los cuerpos,
la Señora respirando en las respiraciones,
siempre a mi lado.
Batalla de cielos,
reconciliación de planetas,
matrimonio de órbitas
en la inseparable compañía de la vida y la muerte,
dos amantes tan fieles.
Pálida y oscura,
cuerpo de noche y día,
dos besos,
uno de entrada y otro de salida.
Vivir es pestañear en medio de la muerte
mientras tú sigues respirando.
Dientes en la arena de morder el mundo,
mariposas de piedra que se escapan.
Pesadillas,
insomnio puro,
tomo una gota de muerte destilada del dolor.
El polen de todas las flores me asfixiará
como un sudario esponjoso de vida,
para renovar así mi aire.
Camposanto de esperanza.
Foto:
-Cthonic de Samuel Araya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deposita aquí parte de tu esencia