domingo, 15 de mayo de 2016

Antirrelación





























Quiero llorar
pero no puedo,
triste contradicción
entre el deseo y la realidad
todo es incomprensible.
Ya no creo en ninguno de los dioses
ni me puedo mover en el baile espeso
sin que mi ánimo se hunda en la niebla y os borre a todos,
os aleje dominando la situación.
Es un ruido blanco,
un martillo de angustia
que me deja ciego y sordo a todo
y me hace flotar en un vacío individual,
una jaula de aire y pensamientos,
un habitat de hielo y tristeza
que siempre congela y preserva mi mente.
Entonces escucho la música de la autocompasión
que me pregunta y me responde siparar
porque estás lejos y no te alcanzo,
porque te conozco y sufro,
porque hago de tu sufrimiento el mío
y me flagelo constantemente
con tu recuerdo de espinas doradas,
agarrando con mis manos
la alambrada que forma tu preciosa melena.

No reconocemos a nadie.

Nos movemos en una eterna noche interior,
los vagabundos de los sentimientos
andando por la ciudad como zombies anhelantes,
nuestras pústulas levantando indiferencia,
en busca de la sonrisa liberadora
que nadie nos podrá brindar.

Así estamos y somos tú y yo,
En el extraño aniversario
de la extraña relación.

Yo,
eternamente ardiendo,
en unas llamas que no entiendo pero que busqué,
prendidas por el choque de una estrella fugaz
que me cegó desde el principio,
un bloque ciego y sordo
que sólo oye una música infernal,
sin principio ni fin,
círculos de copos que se confunden con diamantes.

Tú,
una bella nevera de ojos brillantes
desarrollando tu autismo emocional
en la niebla de tu sexo,
emitiendo un vapor desesperado
de besos que no saben a nada
y caricias que no rozan a nadie,
una jaula sudorosa
para tu cuerpo solo y desnudo,
marcado como el mío
por lágrimas que arden por dentro como el magma
sin la erupción que las haga salir.

Nosotros somos así
y nuestros gritos se confunden, superponen y abrazan
en la tundra de eterna noche,
un paisaje gris en nuestras mentes
que a veces guiña auroras boreales.
Ni nos vemos,
ni nos tocamos,
pero estamos siempre juntos,
nos penetramos con el erotismo de las palabras
y tratamos de vivir y seguir,
muy abrigados en esta soledad cósmica,
tratamos de iniciar el movimiento,
la acción sin esperanza
porque nuestras manos son invisibles.




Foto:
-Fotografía de Konstantin Voronov








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