lunes, 24 de septiembre de 2018

Ojos pardos











































¿Qué hay detrás de los ojos?

Se inicia una vez más la música de la decadencia
y los edificios crecen tapando la tierra,
bombeando al mundo manadas de humanos
que taponan su ansiedad comprando trozos de alma postizos,
obedeciendo la voz inaudible que les dicta,
el pezón del mal amamantando a sus crías.
Yo ya estoy fuera y lloro a través del aire,
me devuelvo los gritos en un oleaje de tormentas y oscuridad,
una soledad impuesta por aplastamiento
que me convierte en el rey de los sueños,
conversando comprensivamente con la tiniebla.
La abrazo y la consuelo como un hermano,
con el amor de los millones de rosas que nacen y mueren todos los días,
preguntando y respondiendo,
perdido pero amando.

¿Qué hay detrás de los ojos?

A veces huyen del espejo
con el miedo del huracán que ve vuelta su fuerza contra sí mismo,
envolviendose en espirales de interrogación que le retuercen hasta deformarlo.
Los pasos no son firmes
pero las botas negras de la perseverancia
siguen pisando los charcos que nos pueden tragar
hacia no se sabe qué locura,
horizontes siempre aterradoramente invisibles,
mientras la forma y la esencia se agitan y transforman dentro
movidas por los vientos exteriores,
si es que entonces existe dentro o fuera.
Pero el señor de los sueños arrastrará aún su capa por la realidad,
fugaz y permanente,
en un vuelo rasante que desea ser abrazado
por otro que se encuentre ahí,
más allá de los remolinos que hacen llorar,
en algún sitio.
La gasolina intentando secar con sus cascadas
los campos de los sueños
y los muros formados por viviendas que nunca se escuchan
intentan tapar la sangre del cielo,
un color que nunca desaparece
porque es el rojo que vemos antes de existir siquiera.

¿Qué hay detrás de los ojos?

Mis manos esperan recoger de ellos
la vida condensada en pequeños cristales
que se filtren a través de las rejas que aprisionan el dolor de los días
para preservarlo de la garra de otros,
cuando querrían trasvasarse de brazo a brazo
para juntar la caricia que surja de la unión posible y futura
que formarán los corazones que no miro y de los que suelo huir
pero que parpadean como cuerpos en medio de mi niebla,
los complejos números de la ecuación humana,
el perdido hermano múltiple.
Lloro pues la vida,
esperando hacerlo al mismo tiempo dentro de los demás,
y la sonrisa de la abuela del momento,
las filósofas arrugas de la Tierra,
me llega desde la muerte,
marca imborrable origen del tránsito,
para abrazar mi miedo y plantar los pétalos de esperanza
que me florezcan hacia todas partes.


Foto:
- The wound, ilustración de Karel Thole





 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deposita aquí parte de tu esencia