Ella entró cuando estaba solo
y no la ha visto nadie,
pero aquí está,
conviviendo mi vida.
El mar está sonriendo
con el ocaso de una piel naranja
que camina cálida entre mis brazos.
Sueños que se vuelven arena
y sus átomos se abren hacia mí
sepultando mi fuego con sus granos,
una figura frágilmente trabajada,
un desmenuzamiento eterno
que se deshace una y otra vez
para siempre volver a formarse,
con una pasión tranquila,
naranja,
mezclando en su interior
suaves caricias de minúsculas
conchas
para que se forme su pelo de
tierra,
raíces bajando por mi pecho,
por dentro y por fuera,
en suave e imperceptible catarata
de erótico reloj de arena.
Beso tu tiempo,
beso tu ternura
como a una hija del Sol
y tu saliva es tan lánguida
que me hace descansar.
Fino viento que exhalas,
fino aire en que te transformas
mostrándote como suave arena que
asiente
dejando el miedo detrás de los ojos
y convirtiéndose en acogedor
remolino
me prometiste tu respiración tranquila
como el único lenguaje que debe ser
oído,
como el único lenguaje que puede
ser entendido.
Soy un traidor a los sentimientos
pero sobre todo a mí mismo,
un fraude a la urna votiva del
amor,
un cuchillo envenenado de dientes
retráctiles
hacia mi pecho viscoso,
viviendo asfixiado en mi ciénaga
que no quiere manchar tus dedos
púrpura
y sólo ve tu pelo de amazona
sonriente
a través de miasmas líquidas,
convertido en un faro de
arrepentimiento.
“No me olvides”,
gritas desde el fondo de mi
conciencia
que deja de ser yo.
Todo es creatividad ahora,
puede que mañana sea torpeza.
Brazos se mueven,
débiles contornos
que no quieren escapar ni diluirse,
formando el perihelio
en torno a mí.
Mi pensamiento exprimiendo
esperanza
incluso de la más huidiza de las
sustancias.
Pero tu cara es tan concreta
que detiene el tiempo
en sus mejillas runas,
con formas de serpientes pétreas,
de sensualidad viva y fluyente.
Manos firmes acariciando mi
cerebro,
extrayendo placer a través de mis
sienes,
contoneo primigenio,
burbuja,
estar abrazado a ti
es abrazar una roca blanda.
Mirándome,
con tus ojos cerrados,
a través de tus párpados celestes,
un sueño cuando duermes.
Cuerpo de guerrera,
mueves las espadas de tus brazos
y los clavas con la suavidad de las
telas
que cayendo por tus cabellos color
tierra
son dragones encrespados de
existencia.
Nunca es tarde
para convertirte en poema,
para crear esa chispa
que me haga saber que existo
al fondo del insondable abismo,
debajo de las montañas de las
existencias,
respirando oscuridad,
vigilado por los enanos.
Norna ibérica,
tú que sabes lo que soy,
tú que me obligas a ser,
que no son dos cuerpos,
que son sensaciones que vuelan.
Foto:
-Digital art de Talon Abraxas
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