lunes, 29 de enero de 2018

Metro




































Las manos en los bolsillos,
las falanges fuera de la piel sobre las rodillas huesudas,
al fin y al cabo la misma posición.
Miradas que no me miran me atraviesan con sus flechas,
de negro apuntalado contra la vitrina negra del vagón del suburbano,
hoy más que nunca por debajo de la ciudad
mientras sudo por dentro fatigosas y pegajosas gotas de hastío y cansancio
a las que no consigo encontrar explicación.
La alegría triste de todos los días,
sin haber llegado todavía a decidir en qué parada bajarme.
Nunca sé qué hago aquí dentro y siempre arrepentido de haber entrado.
¿Necesitas la luz?
Vivo y lloro hacia adentro en la oscuridad de la abstracción
mirando cómo los habitantes de la vida se aferran a ella cantando
y no consigo entenderlo,
no consigo ser libre en medio de un espacio que siempre se me hará opresivo…

Desenredando las ideas
los miembros se enredan en cadenas de ataraxia moral,
cuando puedo volar a todas partes con el pensamiento
pero mi inexplicable solipsismo no puede llegar a ti
pese a que me siente a tu lado y,
tan sólo por un momento,
me desintegre en tu mirada.
Ni estaba antes,
ni estaré después
y así paso de largo tu existencia,
los ojos firmes que conformen tu identidad
que nunca podré tocar.

La claridad va surgiendo de la erosión progresiva de las capas de esperanza
que forman el cuerpo obcecadamente terrestre
y en degradación logarítmica gestan algo
que va en esencia dentro de la refinería del tiempo,
decidiendo el desenvolvimiento natural y sin conciencia de la materia
que sólo soy libre en mi soledad
si mis días están condenados al caos de los ríos eternos de la materia,
donde la verdadera sangre negra que bombea el pulso vital
es el impulso de solipsismo,
magma justo hacia un núcleo de sincera generosidad,
donde no se pida de nada ni de nadie,
santidad oscura de la negación,
mientras mi aliento se solidifica
en los túneles de mi propio subsuelo,
detrás del devenir,
el negro de la tierra por dentro.
El pudor sólo existe cuando nos miran,
sino, todo es puro.
Leyendo poesía hermética
me agarra el instante
y me pongo detrás de las líneas ficticias de los versos.



Foto:
-Metroguts, arte digital de Jose Ángel Conde (Josef A.)






  


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