Melena madre en la Tierra,
un útero que habla desde cualquier distancia,
vacía oquedad llena de sueños y principios
hacia la que atraen los cariñosos brazos de roble,
suaves y firmes como una espada de algodón
mientras tu dedo cierra mis labios
como una pluma,
condensando en chispas
la sal embriagadora de tu boca.
Un gesto,
todos los gestos,
salen de su mirada parda
y así es como veo a la dama suave
con su decimonónica desnudez
siempre sonriendo con labios de esperanza,
semirreclinada en el diván de la vida,
donde la oscuridad envuelve nuestro abrazo.
Quiero perderme en lo que digo,
quiero creer que estoy en lo que escribo
para no salir disparado al espacio.
No sé cuantas veces he tocado la tapadera de la Tierra
ni echo de menos las conversaciones visuales de los gases
cuando queda tanto que descubrir aquí abajo,
en las tormentas de átomos convertidas
en relámpagos de vidas ruidosas, inconexas,
intentando y creyendo llegar siempre a alguna parte.
Los padres duermen simétricos como estatuas egipcias
mientras los hijos se sienten como sedimentos de los titanes,
desparramados,
formando parte de un trazado imposible de sangre y
esperanzas,
el laberinto que conforma el mapa de la existencia.
Yo intento comprender su diseño
siendo aplastado por sus cimientos
y construyendo los míos en el aire
para que mis gritos solitarios
sean devueltos con respuestas,
mientras espero caminando en la niebla.
Las espirales de humo cifrado se abren a veces
dejándome ver los fotones que forman,
los intentos de forma que andan.
Miro con mi silencio,
más allá del mar de confusión cotidiana,
y veo tus ojos proféticos,
tu arcada de cariño,
lejana y cercana como un campo humano,
inútil intentar enmarcarla
en ninguna de mis observadoras ventanas.
El mar de vivencias se ha encrespado
y por fin filtra al caduco espectro luminoso
la luz sensual de la sal ocre de tu cuerpo,
con la solemnidad de una mesa de roble cárnico,
una espalda desnuda puerta a tu sonrisa
que me mira escalando la cima de tus hombros,
los caramelos de tus ojos
viajando hacia los que creo míos,
impulsados por el viento de tu melena
que estremece mi piel siempre aturdida
y me hace sentirme sentado
en el concreto y terráqueo planeta
al que das forma y en el que te sientas.
Visibilidad en el espacio -
CC by -
Jose Ángel Conde Blanco
Foto:
-Fotografía de Rik Garrett, perteneciente a la serie Earth magic