viernes, 2 de agosto de 2013

La carretera estigia

























Entras en la carretera parda,
sin arcén,
su calzada formada
por multicolores raíces entrelazadas
y ríos de venas transparentes,
sin fin,
sólo pista y más pista,
inescrutable.

¿Quieres el virtual acople?
BESO: sust. Masc.
Dícese de la unión de los labios propios
con los labios ajenos.”
Nada más y nada menos.
El mundo pasa a ser una tabla rasa
en la que no existe horizonte
y en la que acabas convirtiéndote
en el comedor de angustias
cuando esos despojos deseantes
caen de rodillas,
vencidos por la vida,
mientras tú haces de ese sufrimiento
tu propio camino.

-¿De dónde procedes, continuo lamento de shock,
woofer con distorsión existencial?
¿Con qué “hombres-medida” crees hablar?
¿No sientes la inmensidad del bosque vital,
lleno de árboles sentimentales y mortales,
anclados en semicielo,
después de surgir la semilla de la oscuridad?
-¿Tú me hablas de oscuridad?
Yo vengo del fondo del pozo del no-tiempo
y compongo música de babosas
cantada con unos labios estroboscópicos
que reflejan canciones,
canciones llenas de paladares sangrientos…
-Eres un artista demonio
y me haces sufrir con tus palabras,
sacando la flema del aire como un ectoplasma,
en vez de cantar las raíces de esos árboles
que nacen de los cabellos de los ángeles.
Tú, incluso tú, buscas un ángel.
-Cierto,
Pero un ángel de axilas peludas y mal aliento,
con un húmedo sexo femenino
y un tren de saliva espectral
que me lleve a su interior,
sea o no un paraíso;
el vuelo ya lo pongo yo.
-¿…y ese anhelo de eternidad,
ese amar por amar?
-Ya sé quién eres,
tú, maldito cobarde,
siempre midiendo el mundo,
centímetro a centímetro,
con la regla de la razón.
-Sufres demasiado…
-Nunca es demasiado ni poco.
Con mi sufrir escucho las variaciones de presión
que producen los gritos y las confesiones
de los que también sintieron la náusea,
ese dolor fruto del aterrizaje en el fango,
pandimensional…
-Veo que por las estepas de tu alma
corren lobos de dolor.
-Tú ves,
yo siento al maestro del frío
cortando mi cuerpo en lonchas,
intentando llegar con su espada insensible
al centro de mi corazón semi-ígneo
para darme muerte líquida,
vacío sin preguntas…
-¿Qué?
-Bien, veo que ni tú ni yo tenemos respuestas.

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Foto:
-Foto promocional del grupo musical Sopor Aeternus