Ya no quiero caricias de hadas celtas
sino arañazos de leopardos de
satén.
He sido tocado por un ángel
prebíblico,
un gigante bello en su
desangramiento,
y ya no es más voy a ser
sino soy.
Un guerrero asiático supersónico,
un hombre del este que cabalga
por las estepas de la ciudad.
Te busco por túneles magmáticos,
tanteando en su estrechez
paredes de amoníaco torturador,
perfume diesel que me desplaza.
Bajo la lengua
un trozo del corazón de un demonio
va abriendo a cada paso los poros
de la pequeña montaña que forma su
tripa,
y hermana-vida me abre
el estanque sin fondo de sus
fluidos.
Ahogado, mojado, saturado,
mi alma no puede respirar
y soy,
recordando por dónde he venido.
Así,
porque encontré la nostalgia en la
casa de putas;
porque su lengua estaba forrada de
plástico
y filtraba mi deseo.
Entonces comprendí,
y soy,
como detras de la silla eléctrica,
viajando por ondas hertzianas,
no sé si digitalizado,
pero sí alzado por un arcángel
para comenzar un coito celestial
con cada cuadrado de la realidad,
para escribir una autobiblia
halógena
que se lea en mis ojos.
Foto:
-Fotograma del largometraje Tetsuo (1988), de Shinya Tsukamoto