Exterior/día:
en el paso de cebra los peatones
son fichas de ajedrez.
Interior/noche:
los ojos en carne viva
y el sueño que se resiste a ocupar
su trono.
Insomnio.
Exterior/noche:
el viento silba oberturas en las
tuberías.
Raros rayos intentan alumbrar una
luz
con la que sentirse presentes.
Hechos minúsculos y leves
que son el esqueleto invisible del
mundo.
Coge trocitos de fantasía y pégalos
en esta realidad
para hacer que este puzzle merezca
de verdad la pena.
El metabolismo sincero de las
palabras
surge espontáneo y acabado
como si le insuflara sangre a sus
venas de tinta
un dictado,
una voz irracional e incomprensible
fuera de todo espacio o tiempo,
transportada por cuervos mensajeros
cerebrales
que llegan desde Asgard,
atravesando la tormenta espacial
en el océano eterno de estrellas.
Inventas películas que,
de existir,
podrían ser alérgicas.
Podríamos no estar preparados.
Foto:
-Fotograma del largometraje El almuerzo desnudo (Naked lunch) (1991), de David Cronenberg